Las Miss de plástico

Dicen que todo se pega menos la hermosura, aunque en este caso la regla no se confirma y hermosura es lo que distingue a la muñeca que replica a nuestras «misses ibéricas».

La mayor de las muñecas en cuestión es rubicunda como su prima, la musa de plástico por antonomasia, Barbie. No tiene ni nombre ni apellidos, lo que sí sabemos es que representa a una jovencita «made in Spain», como la paella o el jamón de Jabugo. Las dos versiones de «miss», una tamaño normal y otra gigantesca -105 cm. de altura-, vienen ataviadas con traje de gala, como mandan los santos cánones de la profesión de «miss», lucen con orgullo la banda de la ciudad a la que representan y su corona de reinas de la belleza infantil.

El pasado lunes, Publiespaña -empresa gestora de la publicidad de Tele 5, involucrada de lleno en la coronación anual de Miss España- ofreció en la capital una recepción llena de «misses» de carne y hueso para presentar en sociedad a su oponente inanimada. Las primeras, las de verdad, hicieron pucheros al ver que la muñeca no les hace justicia. Y es que ésta no reúne ninguna condición física tradicionalmente española, como son el pelo y los ojos negros o las curvas. Los responsables de marketing de la casa que comercializa Miss España, Falca, alegan que venden más las rubias que las morenas, y que no se han basado en ninguna de estas bellezas para crear a la «miss de plástico».

Pegas aparte, la idea no es mala para empezar; con una tirada inicial de 40.000 unidades, pretenden sobrepasar las 100.000 estas próximas Navidades. Eso lo saben ya sus «padres», que conocen la obra, vida y milagros de Barbie, Sindy y demás figurines modélicos. Saben que las muñecas adultas se venden como churros en todo el planeta. El caso de Barbie, que fue modelo antes que «superwoman», es el más excepcional de todos. Desde su creación en 1959 se han vendido más de 1.000 millones de unidades, a razón de dos Barbies por segundo, 120 por minuto y casi 7.000 por hora.

A pesar de su fama de estereotipo sexual, siempre preocupada por su apariencia externa, y anoréxica crónica con muestras de silicona en ciertas partes de su anatomía, Barbie no fue la primera que representó un ideal de belleza imposible. Antes que ella, allá por los años 30, nació la muñeca Shirley Temple en honor a la pequeña actriz. Menuda e inocente, cargada de vestidos y cacharros pueriles, vivió días de vino y rosas junto a muñecas de su talla hasta que llegó la madura y exagerada Barbie, símbolo de la liberación sexual femenina.
Los americanos lanzan continuamente al mercado réplicas exactas de los ídolos de cada momento. Las muñecas Brooke Shields y Heather Locklear –Amanda de Melrose Place– a finales de los 70, los protagonistas de Sensación de vivir y recientemente, las «tops» Claudia Schiffer, Karen Mulder y Naomi Campbell se codean en las jugueterías con reproducciones musculosas de Schwarzenegger y Hulk Hogan, los «bollicaos» del grupo New Kids on the Block, el desaparecido Shawn Cassidy o el patoso Steve Urkel de la serie Cosas de casa.

Otro muñeco que ha cumplido la treintena, «forrando» a su creador, es GI Joe. Este Geyperman es, junto a Barbie, el muñeco más rentable de toda la Historia: 400 millones de soldaditos vendidos desde 1964 que se traducen en ganancias de casi medio billón de pesetas repartidos entre Levine y Hasbro Toys.
En España no hay mercado para llenarse tanto los bolsillos con Miss España. Tendrá que vérselas con sus compañeras de Mattel, y competir con la supremacía yanqui es harto difícil incluso entre muñecas. Veremos lo que da de sí.

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